El reciente incremento en el precio del diésel, que entrará en vigor el 31 de agosto con un aumento de $1.904, ha generado un torbellino de reacciones entre transportadores y empresarios en Colombia. El nuevo precio, que alcanzará un promedio de $11.360 hasta el final del año, ha sido respaldado por analistas y líderes de opinión, pero ha encendido una alarma en el sector del transporte de carga.
El presidente Gustavo Petro ha justificado el alza señalando que el sector del transporte de carga está dominado por grandes corporaciones que, según él, han reducido a los transportadores a meros empleados a sueldo. Estas declaraciones han intensificado el conflicto, con críticos que acusan al mandatario de desatender la realidad de los pequeños transportadores.
Henry Cárdenas, presidente de Fedetranscarga, ha expresado su preocupación no solo por el aumento en sí, sino también por la postura del gobierno. Cárdenas destaca que la medida podría desencadenar una "superinflación" al trasladar el aumento del costo del diésel a los fletes, afectando así los precios de los bienes de consumo y, por ende, a los colombianos.
La propuesta de Fedetranscarga de establecer un “Precio Colombia” que contemplara el uso de diésel producido localmente fue rechazada por el gobierno. Ahora, la principal preocupación del gremio es cómo negociar con los generadores de carga, como grandes empresas de alimentos, para que absorban parte del incremento en los costos.
Alfonso Medrano, de la Red Unidos, advierte que existen dos posibles resultados: si los generadores de carga aceptan el aumento en los fletes, se espera un aumento en la inflación que afectará a todos los colombianos. Si no lo aceptan, el pequeño transportador, que representa el 80% del sector, podría enfrentar una crisis financiera.
El futuro del transporte de carga en Colombia está en una encrucijada, con el impacto del aumento del diésel proyectado para resonar en toda la economía del país.
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