En una operación de alto impacto, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han ejecutado un bombardeo que resultó en la muerte del líder de Hezbolá y al menos 20 de sus altos mandos en un búnker en la zona de Dahieh, al sur de Beirut. Este ataque, que se produjo el pasado viernes, tiene como objetivo desmantelar la estructura de mando de la organización chiita, y según informes, ha logrado sus metas estratégicas.
A pesar de que Hezbolá no ha confirmado el alcance de las bajas, la organización ha admitido la muerte de varios de sus comandantes, incluyendo a figuras clave como Ibrahim Hussein Jazini, jefe de seguridad de Nasrallah, y Samir Tawfiq Dib, su asesor de confianza. Este ataque ha sido considerado como una medida drástica por parte de Israel, en un contexto de creciente tensión en la región.
Las FDI han enfatizado que la operación fue meticulosamente planeada y se llevó a cabo durante una reunión de líderes de Hezbolá, lo que la convierte en un golpe significativo para la organización. “Sabemos que podemos llegarle a quienquiera que amenace a los ciudadanos israelíes”, declaró el teniente general Herzi Halevi, jefe del Estado Mayor de las FDI.
Como respuesta a la muerte de su líder, Hezbolá ha intensificado sus ataques contra el norte de Israel, disparando cohetes y activando alarmas antiaéreas en varias localidades, incluida Haifa. En este clima de violencia, Israel no ha tardado en contraatacar, lanzando bombardeos aéreos adicionales que han dejado un saldo trágico en el Líbano, con reportes de víctimas civiles.
El primer ministro libanés, Najib Mikati, ha alertado sobre el potencial desplazamiento de hasta un millón de personas debido al conflicto, una cifra alarmante que refleja la gravedad de la situación. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados ha indicado que unas 80,000 personas han cruzado a Siria desde el 23 de septiembre, buscando refugio.
La violencia no se limita al Líbano, ya que Israel también ha llevado a cabo ataques aéreos en Yemen, orientados a las posiciones de los hutíes, respaldados por Irán. Este ataque, que dejó al menos cuatro muertos, está destinado a interrumpir el suministro de armas a grupos como Hamás y Hezbolá. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, subrayó que el alcance de las operaciones militares es amplio, dejando claro que “ningún lugar es demasiado lejano” para el ejército israelí.
Mientras el conflicto se intensifica, los hutíes han reiterado su apoyo a Hezbolá y a los palestinos, prometiendo continuar sus ataques. Este ciclo de violencia sugiere que la situación en la región es cada vez más volátil y que las repercusiones de estos eventos se sentirán durante un tiempo prolongado.
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