Perú se enfrenta a una profunda división tras la muerte de Alberto Fujimori, el expresidente cuya figura sigue siendo motivo de intensa controversia. La declaración de tres días de luto nacional por parte del Gobierno de Dina Boluarte refleja el reconocimiento oficial del impacto de Fujimori en la historia del país, pero también pone de manifiesto las tensiones que su legado sigue generando.
Fujimori, quien gobernó Perú entre 1990 y 2000, falleció el 11 de septiembre a los 86 años. Su muerte ha desencadenado una serie de reacciones polarizadas. Mientras el Gobierno peruano ha dispuesto que el exmandatario reciba “las honras fúnebres que corresponden”, sus seguidores se han congregado en Lima para rendir homenaje, con pancartas y lemas que celebran su figura.
Sin embargo, el luto nacional también ha sido criticado por sectores de la sociedad y medios de comunicación que recuerdan el lado oscuro de su presidencia. Fujimori fue condenado por delitos de lesa humanidad, incluyendo masacres como las de La Cantuta y Barrios Altos, y murió sin haber cumplido completamente con las reparaciones civiles que se le impusieron. La prensa ha resaltado que, a pesar de su estatus de figura histórica, Fujimori murió sin reconocer plenamente sus crímenes.
El decreto gubernamental estipula que los restos de Fujimori serán velados en el Museo de la Nación hasta el 14 de septiembre, con un cortejo fúnebre encabezado por la presidenta Boluarte o un representante oficial. Este acto ha generado un rechazo significativo entre quienes consideran que no se debe honrar a un líder con un legado tan controversial.
Por otro lado, los simpatizantes de Fujimori, muchos de ellos miembros del partido Fuerza Popular, han expresado su dolor y admiración por el expresidente. Su muerte ha reavivado el debate sobre su legado y el impacto de su mandato en Perú. La comunidad de seguidores, algunos vistiendo los colores de su partido y portando mensajes de agradecimiento, destaca el fervor con el que aún es recordado por una parte significativa de la población.
La partida de Alberto Fujimori no solo marca el final de una era en la historia peruana, sino que también deja al país en un estado de reflexión sobre su pasado reciente. La manera en que Perú maneje este luto nacional puede ofrecer una perspectiva sobre cómo el país está dispuesto a reconciliarse con su complejo pasado.
(Foto: AFP)