Un ataque armado en la vía Panamericana ha dejado un saldo trágico, incluyendo la muerte de Manuel Octavio Bermúdez, infame por sus crímenes contra menores. El suceso ocurrió mientras este individuo, conocido como el 'Monstruo de los Cañaduzales', era trasladado de Popayán a Palmira por agentes del Inpec. En el ataque también perdieron la vida dos guardias y otro interno, Pedro Hurtado.
Bermúdez fue condenado por abusos y homicidios de al menos 34 niños, un legado de horror que lo convirtió en uno de los depredadores más notorios de Colombia. Sus crímenes, perpetrados en los años 90 bajo la fachada de vendedor de helados, marcaron un capítulo oscuro en la historia del Valle del Cauca. Capturado en 2003, el exconvicto cumplía una larga pena en La Tramacúa, cárcel destinada a los condenados por delitos sexuales.
La reciente captura de Brayan Campo, confeso asesino de una niña en la misma región, ha reavivado el debate sobre la seguridad y el tratamiento de los criminales sexuales en el país. Las autoridades ahora investigan si la menor fue víctima de abuso antes de su muerte.
Este trágico suceso pone de relieve la necesidad urgente de una revisión del sistema penitenciario y las medidas de protección para prevenir que criminales tan peligrosos como Bermúdez sigan operando, incluso desde la prisión. Es imperativo que la sociedad y las autoridades reflexionen sobre la forma en que se aborda el tratamiento de quienes han causado tanto daño a los más vulnerables.