Cuba ha sido golpeada por un apagón masivo que dejó sin electricidad a casi toda su población, afectando a unos 10 millones de personas. A pesar de que las autoridades informaron que el lunes el servicio eléctrico había llegado al 37% en todo el país, los problemas derivados de esta crisis se han intensificado, con muchas familias lidiando con alimentos en mal estado y una creciente insatisfacción social.
El viernes pasado, la falla de la planta eléctrica Antonio Guiteras, la más grande de la isla, provocó el colapso del sistema eléctrico. Aunque se lograron restablecer algunos servicios, la situación continuó siendo inestable, con cortes frecuentes. El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, comentó sobre los esfuerzos para recuperar la capacidad operativa de las unidades de Energas, subrayando la dificultad de la tarea.
Mientras tanto, los ciudadanos enfrentan una dura realidad. La falta de electricidad ha llevado a muchas familias a cocinar con leña y ha complicado el acceso a agua potable, ya que las bombas eléctricas no funcionan sin energía. Residentes como Mary Karla han expresado su frustración al ver cómo sus alimentos se pudren en las neveras, enfatizando el impacto en sus hijos. Este escenario ha forzado a escuelas y negocios a cerrar, generando inquietud sobre la atención médica en hospitales.
La situación se ha vuelto un caldo de cultivo para el descontento popular, manifestado a través de protestas y cacerolazos en diversas localidades. La llegada de la tormenta Oscar añade un nuevo nivel de preocupación, ya que podría agravar aún más la ya frágil infraestructura eléctrica de la isla.
Este apagón se sitúa entre los más severos que ha vivido Cuba desde el huracán Ian en 2022, el cual devastó partes de la red eléctrica. Las explicaciones sobre la crisis varían, con el gobierno señalando el embargo estadounidense como una de las principales causas de la falta de recursos y piezas para mantener las instalaciones en funcionamiento.
A medida que la población sufre las consecuencias de la falta de electricidad, queda claro que la crisis energética en Cuba es un reflejo de problemas más profundos en su infraestructura y gestión económica, lo que exige una atención urgente para evitar un colapso aún mayor.
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