En un acto que ha capturado la atención del país, el presidente Gustavo Petro y el excomandante paramilitar Salvatore Mancuso intercambiaron sombreros durante la entrega de tierras a víctimas del conflicto. Este gesto, cargado de simbolismo, ha desatado un intenso debate sobre la legitimidad y el futuro de los diálogos de paz en Colombia.
Petro propuso reactivar las conversaciones con exparamilitares, señalando que el proceso de paz iniciado por Álvaro Uribe no se ha cerrado del todo. “El proceso quedó interrumpido y es hora de retomar el camino”, afirmó el presidente, resaltando la importancia de cumplir con los compromisos de justicia y reparación a las víctimas. Esta iniciativa busca no solo avanzar en la reconciliación, sino también abordar los desafíos que persisten en la sociedad colombiana.
No obstante, la propuesta ha encontrado una feroz oposición. El expresidente Uribe calificó el intercambio de sombreros como un acto inapropiado y alertó sobre los riesgos de acercarse nuevamente a actores del pasado. “La paz no es un juego ni un teatro de compadres”, advirtió Uribe en un mensaje contundente que resuena entre sus seguidores y críticos del actual gobierno.
El intercambio de sombreros, más allá de ser un gesto simbólico, plantea preguntas fundamentales sobre la estrategia del gobierno de Petro frente a la paz. Mientras algunos ven en la reactivación del diálogo una oportunidad para avanzar hacia una verdadera reconciliación, otros se muestran escépticos, recordando las lecciones del pasado y la necesidad de un enfoque que priorice la justicia sobre la mera conciliación.
Este episodio pone de relieve las divisiones que persisten en Colombia respecto a la paz y la memoria histórica. A medida que se intensifica el debate, queda claro que el camino hacia una reconciliación efectiva sigue siendo un desafío complejo y multifacético.
(Foto: Presidencia)